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Uruguay ocupa el 5º puesto en la región en competitividad
Fecha de publicación: 29/10/2013
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En el mes de setiembre se dio a conocer el Informe de Competitividad Global 2013-2014 que elabora el World Economic Forum. De acuerdo con este informe, Uruguay se ubicó en la quinta posición en la región según el ranking de competitividad global, a pesar de que registró una caída en relación a la edición del año anterior, pasando del puesto 74 al puesto 85 a nivel mundial.
Dado que a menudo los posicionamientos de las economías en este ranking adquieren una importante trascendencia a nivel mediático, es importante indagar en la metodología de este indicador y entender mejor los motivos que explican las mejoras o las caídas en los posicionamientos. Esto permite obtener conclusiones más atinadas sobre los resultados que arroja el índice y darle una mayor utilidad al mismo para aprovecharlo en una agenda de posibles mejoras.
El ICG se elabora a partir de la agregación de 12 pilares que hacen a la competitividad de un país y que son agrupadas en tres subíndices: “Requerimientos básicos”, “Potenciadores de la eficiencia” e “Innovación y sofisticación”. El valor final del ICG se obtiene combinando los valores de estos tres subíndices, con ponderaciones que difieren entre países.
En el siguiente cuadro, se pueden observar las ponderaciones que reciben los países pertenecientes a los diferentes grupos. En particular, cuanto menor el grado de desarrollo relativo (medido a través del PIB per cápita), recibe una ponderación mayor el índice de “Requerimientos básicos”, en el que los puntajes suelen ser sensiblemente superiores a los de los otros dos subíndices.
Si comparamos a Uruguay con los países de la región, el hecho de que los tres subíndices reciban diferentes ponderaciones le hace perder varias posiciones. Esto se debe a que Uruguay es uno de los pocos países de la región, junto con Argentina y Chile, que se ubica en el grupo 2 (en transición a una economía guiada por la innovación), mientras que el resto de las economías de América de Sur se encuentran en el grupo 3 y 4. Como pudo verse los países del grupo 2 reciben una ponderación sensiblemente menor para el subíndice “Requerimientos básicos” en el que las economías tienen puntajes significativamente más elevados (en Uruguay pondera 26%).
En efecto, si bien Uruguay ocupa el segundo puesto en “Requerimientos Básicos” en América del Sur, el cuarto puesto en “Potenciadores de eficiencia” y el quinto puesto en “Innovación y sofisticación”, cuando se agregan estos tres subíndices, el diferente peso otorgado a los tres para los países de la región hace que Uruguay caiga al quinto puesto en el Índice Global en América del Sur.
Cuando analizamos el desempeño de una economía en un ranking, podemos analizarlo desde dos perspectivas. En primer lugar, como ya vimos, interesa comparar el posicionamiento en un momento dado con relación al de otras economías relevantes. Por otra parte, también interesa observar qué pasa en términos dinámicos, esto es, cómo modifica una economía su posicionamiento a lo largo del tiempo. Esto está afectado por el desempeño propio del país, pero también por el desempeño relativo de otras economías, ya que si el puntaje de Uruguay mejora, pero el de las demás mejora más, el país perderá posiciones en el ranking. En este sentido, el descenso de Uruguay estuvo ocasionado por un menor puntaje, ocasionada por un deterioro en nueve de los doce pilares que hacen al indicador. No obstante, cuando analizamos las causas de la caída, se observa como principal motivo un deterioro de la percepción de los empresarios sobre determinadas variables que hacen a la competitividad.
¿Índice de Competitividad Global o “Índice de percepción de la competitividad”?
Otro aspecto a tener en cuenta para una mejor comprensión de las implicancias del posicionamiento en este indicador, está en la fuente de los datos utilizados para la construcción del índice. La gran mayoría de las variables (el 70% de un total de más de 110 variables) provienen de una encuesta de percepción realizada a los empresarios de la economía en cuestión, al tiempo que las restantes provienen de “datos duros”. En la encuesta se le pregunta al empresario por una determinada dimensión de la competitividad solicitándole que le asigne un puntaje del 1 al 7. De esta manera, si bien el índice tiene un componente objetivo, en gran medida funciona como un índice de “percepción” de la competitividad.
En el caso de Uruguay, llama la atención la influencia negativa que ejercieron los datos provenientes de encuestas en contraposición de aquellos que surgen de variables objetivas. En efecto, de las 34 variables que provienen de “datos duros”, Uruguay mejora en 16, permanece igual en 12 y cae en 7. Por el contrario, de las casi 80 variables que provienen de la encuesta a los empresarios, más del 50% muestra un puntaje menor que en la edición anterior del índice.